Los nuevos borradores de la planificación hidrográfica elaborados por el Gobierno asumen la necesidad de utilizar entre el 5% y el 15% menos de recursos para 2050 y recuperar las masas de agua en mal estado, que son el 40% de los ríos, lagunas o acuíferos debido a la sobreexplotación y los vertidos contaminantes agrarios y urbanos
Cada vez menos agua y, además, en mal estado. La escasez hídrica consecuencia de la crisis climática impone a España la recuperación de la gran cantidad de masas de agua deterioradas a la vez que obliga a un uso más sostenible, es decir, gastar menos. La reducción de agua disponible «aconseja» disminuciones de utilización entre el 5% y el 15% de 2030 a la mitad de siglo, según los cálculos de Transición Ecológica para la nueva planificación hidrológica.
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Reparar ambientalmente las masas de agua es un imperativo que apenas ha sido atendido en los últimos años. Si en 2015 solo el 54% de las aguas superficiales –lo ríos, lagos o embalses– estaban en buen estado, en 2021 apenas ha mejorado y son un 57,8%, según los datos de las confederaciones hidrográficas. En el caso de las aguas subterráneas la cosa ha ido a peor: se ha pasado de tener un 62% de los acuíferos en buen estado a un 59%.
Para revertir el daño, los planes de las confederaciones admiten que debe incidirse en conseguir caudales ecológicos obligatorios para los cursos fluviales y el control de la sobreexplotación y la contaminación en los acuíferos. El caudal ecológico es la cantidad de agua mínima para que existan ecosistemas en los ríos: peces, anfibios, insectos o mamíferos en los cursos, además de la vegetación acuática y de ribera. Sin un caudal base, no son viables.
El caso más destacado es el del río Tajo. La anterior planificación, que abarcaba de 2015 a 2021, no estableció caudales ecológicos sino una figura denominada «caudal legal», que no satisfacía las necesidades ambientales y fue anulada por el Tribunal Supremo en 2019. Con todo, los caudales ecológicos de varios ríos españoles han rondado el 10% de su caudal natural.
Además de permitir que fluya la suficiente agua por el cauce (es decir no embalsarla), la continuidad ecológica de los cursos demanda eliminar multitud de obstáculos en forma de infraestructuras en desuso que imposibilitan una continuidad fluvial. O, al menos, «hacer permeables aquellas construcciones que sí estén en funcionamiento», aclara el director general de Agua del Ministerio de Transición Ecológica, Teodoro Estrela. La idea es que el agua corra por todo el curso.
En este sentido, el Ministerio asegura que en los planes que han desarrollado las diferentes confederaciones hidrográficas hay una apuesta decidida por la renaturalización de tramos fluviales urbanos. Se trata, una vez más, de que el río contenga hábitats en lugar de ser un canal por donde se encauza la corriente. Un ejemplo paradigmático de estas acciones es el proyecto de renaturalización del río Manzanares a su paso por Madrid.
La recuperación de los acuíferos tiene más que ver con el freno a la extracción de líquido por encima de la capacidad para rellenarse y el vertido de desechos agroganaderos. Estrela ha señalado especialmente los nitratos provenientes de los fertilizantes y la ganadería intensiva que han puesto en riesgo mil puntos de control en unas 199 masas de aguas subterráneas en toda España.
Adaptación a la crisis climática: el uso sostenible
España va a disponer de menos agua debido a la crisis climática. Los borradores de planes hidrológicos, que ahora se someten a información pública hasta final de año, admiten que será prudente rebajar la cantidad de agua que se utilice. Y pone unas cifras: un 5% para 2030 y un 15% para mitad de siglo. Saber usar menos aumenta la seguridad hídrica. España consumió en 2018 (último dato del INE) 19.700 hectómetros cúbicos (hm3). El 78% fue para la agricultura. Con ese nivel de consumo, la reducción supondría 986 hm3 en la primera fase y 2.900 en 2050. Además, estos planes van a rebajar en 1.700 hm3 al año las asignaciones de agua que quedaban a modo de «reserva» para diferentes usos en las 12 confederaciones estatales. «Atender las demandas de agua de manera compatible con su buen estado para asegurar la calidad y cantidad», lo define Transición Ecológica.
Para garantizar el suministro, el Gobierno planea «equilibrar la oferta y la demanda, sobre todo en los territorios que sufren estrés hídrico». Esto viene a significar que, en lugares con problemas de escasez, no se desarrollen nuevas actividades que impliquen un uso intensivo del agua. «Se dará mayor protagonismo a la desalación y la reutilización». Esta línea de actuación levanta ampollas en zonas con un sector agrícola de regadío potente como el sureste peninsular donde consideran que el precio del agua desalada es ruinoso para su industria. Además, España tiene un problema con la depuración de aguas residuales urbanas por las que debe pagar una multa periódica a la Unión Europea hasta cumplir con la legislación.
La vicepresidenta cuarta del Gobierno, Teresa Ribera, considera que los planes hidrológicos «no pueden seguir avalando prácticas del pasado que nos han conducido a la sobrexplotación de los acuíferos, la contaminación de las masas de agua y el deterioro de nuestros ríos».
Ligadísimo a la crisis climática está el previsible aumento de los episodios meteorológicos extremos como las precipitaciones torrenciales. Esas lluvias de altísima intensidad en poco tiempo son el detonante de inundaciones y avenidas, el desastre natural más mortífero en España. La naturalización de ríos y regeneración de cauces y humedales son una de las fórmulas apuntadas por los técnicos para amortiguar los daños de esos fenómenos: evitar comerse las riberas con construcciones e infraestructuras, no canalizar ríos o desecar lagunas forman parte de las llamadas «soluciones basadas en la naturaleza» diseñadas para atajar parte de este problema.
A modo de símbolos, las confederaciones en cuya demarcación se ubican entornos naturales muy ligados al agua como Doñana y Las Tablas de Daimiel, que padecen el expolio del agua del que dependen, L’Albufera de València o el Mar Menor en Murcia, cuentan con capítulos de protección específicos en los documentos. Estos entornos ejemplifican el daño acelerado a base de esquilmar acuíferos y contaminar con vertidos de restos agroquímicos. «Nada hay más importante para la cohesión social, ambiental y económica que velar por el agua», ha rematado la vicepresidenta Ribera.