Fuentes alternativas de AGUA. El éxito de la desalación de agua requiere más energías renovables

Fuente: EL AGORA. DIARIO DEL AGUA

El cambio climático y el aumento del estrés hídrico esperado en países como España hace necesario ahorrar, reutilizar y buscar fuentes alternativas de agua. En España se desala agua del mar desde los años 60. Para que esta técnica se convierta en un auténtico recurso hídrico viable y sostenible es preciso el abastecimiento de las plantas con fuentes de energía renovable y que tengan menos coste

Las previsiones del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) y el Grupo de Expertos de la ONU (IPCC) , afirman que para el año 2100 los recursos hídricos disponibles en España se reducirán entre un 24% y un 40%.

Los científicos ya advierten de que este proceso se está acelerando como consecuencia del cambio climático que ha cambiado la concepción que teníamos del territorio español al dividirlo entre cuencas excedentarias y deficitarias. Actualmente, todas llegan a ser deficitarias.

Las regiones más castigadas son las zonas costeras del Mediterráneo, donde se concentra la mayor parte de la población y además soportan una gran presión hídrica con el turismo.

En este contexto de estrés hídrico casi extremo se hace imprescindible buscar fuentes alternativas, y la desalación desde hace ya 56 años es una apuesta segura en España.

Agua de mar y recursos hídricos

En 1964 se instaló en Lanzarote la primera desaladora de España y de Europa; hoy, con más de 800 plantas desaladoras instaladas en España se producen alrededor de cinco millones de m3/día de agua desalada para consumo humano, abastecimiento, uso agrario e industrial, según datos de la Asociación Española de Desalación y Reutilización, (AEDyR).

Si toda esa agua se utilizase para consumo humano, podría abastecerse a cerca de 34 millones de personas.

España tiene una capacidad potencial de desalación de 700 hectómetros cúbicos de agua al año, una cantidad que ha requerido inversiones cercanas a los 2.000 millones de euros, según el Ministerio de Transición Ecológica.

En un primer momento, las primeras plantas de agua desalada se instalaron en aquellas regiones donde no había otra forma de conseguir agua potable, como Canarias o Ceuta; sin embargo, a raíz de la gran sequía del año 2018 la desalación se vio como una clara fuente de agua alternativa.

Aquel año en el mes de marzo terminaba un periodo de sequía extrema de más de 10 meses, con cuencas como las gallegas, o el Duero al límite de las restricciones de abastecimiento urbano y sin que la cabecera del Tajo tuviera un caudal mínimo para trasvasar al Segura para todos los usos.

Fue entonces cuando la desalación fue estratégica para garantizar el suministro de agua a las poblaciones de las cuencas deficitarias.

(Eliminar la sal del agua de mar requiere de 10 a 1000 veces más energía que los métodos tradicionales de suministro de agua dulce)

A pesar del gran potencial desalador de España, de 7oo hectómetros cúbicos, generamos apenas 400 hectómetros cúbicos anuales porque el elevado coste y precio  hace que los usuarios opten por fuentes alternativas más baratas cuando disponen de ellas.

Según datos del Ministerio de Transición Ecológica hablamos de un precio de 60 céntimos el metro cúbico de agua desalada, casi 40 veces menos que en los inicios de la industria, un precio que para los agricultores está subvencionado hasta dejarlo alrededor de los 30 céntimos.

Abaratar el precio del agua desalada es uno de los retos del sector y para ello, según la Asociación Española de Desalación y Reutilización, AEDyR, la reducción del coste energético de la desalación será un puntal junto con los avances tecnológicos.

Binomio agua y energía

España tiene una historia de desalación que data de los años 60, con aquella primera planta de Lanzarote, de tecnología americana. Las dos siguientes ya fueron de tecnología española y se instalaron en Fuerteventura y Ceuta. Desde entonces España no sólo es pionera sino todo un referente internacional en materia de tecnología de desalación con implantación en casi todo el mundo por la capacidad de desarrollar y gestionar grandes plantas en las regiones más áridas de la tierra.

Si en un principio la desalación utilizaba energía fósil en sus procesos, hoy toda la industria nacional está electrificada y el reto para abaratar este coste energético está en la incorporación de las energías renovables para generar esta electricidad.

El consumo energético es el mayor coste que implica la desalación de agua de mar. Llega a representar más de un 50%-60% de los costes de producción de agua, por lo que cualquier medida que permita su reducción redundará en unos menores costes del agua desalada.

Los avances tecnológicos que ha vivido el sector de la desalación en las últimas décadas han permitido mejorar la eficiencia energética en la desalación, reduciendo drásticamente el consumo energético de las plantas desaladoras en torno a un 40% según los datos de Aedyr.

Para poner esta cifra en perspectiva, si tenemos en cuenta que el consumo energético de un hogar medio en España es de 13.141 kWh/año, y que el consumo medio anual por persona es de 150 litros/día, tomando como referencia que el consumo energético medio para producir 1 m3 de agua desalada es de 3kWh/m3, con el consumo energético de un hogar medio se puede abastecer a 80 personas con agua desalada de agua de mar durante todo el año.

Aún así, desde el sector consideran que el margen de reducción de este esfuerzo energético apenas alcanzará el 15% ya que los estudios del propio sector de la desalación indican que estos valores están próximos al límite termodinámico para la desalación, por lo que no es esperable que los consumos puedan reducirse mucho más.

(Desalar agua con energías renovables reduce el coste de producción casi a la mitad)

Esto hace que los avances en innovación se centren no en gastar menos energía en el proceso, sino en la incorporación de energías renovables como la hidroeléctrica, la termosolar o la eólica para la desalación. No obstante, el coste energético y su huella ambiental están muy relacionados con el modelo energético del país, y en España todavía está pendiente desarrollar el mix de uso de renovables para que la electricidad tenga un porcentaje más alto de fuentes libres de CO2 en su generación.

Desalar agua con energías renovables reduce el coste de producción casi a la mitad, ya que el metro cúbico costaría 1,3 euros frente a los 2,13 euros que cuesta con combustibles fósiles, de modo que este binomio es clave no solo para disminuir el gasto sino también para dejar de emitir CO2 a la atmósfera, de importar petróleo y minimizar el impacto del cambio climático, defendía el catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Roque Calero durante las jornadas Acequia 2018.

La apuesta por la desalación lleva aparejadoa también el debate entre las grandes necesidades de las megadesaladoras o la apuesta por plantas de menor tamaño distribuidas por la costa, la necesidad de almacenamiento de la energía renovable y la confluencia de localización adecuada de la desaladora y del sistema de producción de renovables.

Agua y energía en Gran Canaria

La desalación unida a las energías limpias fue la opción por la que ya apostó hace unos años la Mancomunidad del Sureste en Gran Canaria, lo que le valió varios premios de la ONU por su importancia como ejemplo para países en vías de desarrollo. Es un binomio por el que ya ha apostado el Cabildo de Gran Canarias con su Plan Renovagua dotado de 18 millones.

El objetivo es implantar energía eólica y fotovoltaica en 26 instalaciones del Consejo Insular de Aguas. El gobierno insular estima que, gracias a estas obras, dejará de emitir 17.423 toneladas de CO2 a la atmósfera cada año y de importar 4.700 toneladas de petróleo. El Cabildo calcula un ahorro de más de 2 millones de euros cada año.