La producción de soja es uno de los problemas medioambientales más desconocidos actualmente. Por ello, el área de Agroecología de Ecologistas en Acción ha lanzado una web en la que explican las diferentes realidades y resistencias: los rostros de la soja.
En el trabajo desarrollado por el área de agroecología de Ecologistas en Acción se desarrollan especialmente los casos de Brasil y Argentina como productores de soja. En Brasil, la soja se cultiva en grandes extensiones de monocultivos ligados al uso de agrotóxicos que contaminan la tierra y el agua y tiene graves impactos en la salud de la población local. Estas tierras, a menudo, eran bosques tropicales o importantes sábanas o humedales, pero los incendios y la deforestación ilegal han cambiado su uso a grandes plantaciones sojeras con la connivencia del gobierno de Bolsonaro. En el último año, la Amazonia ha perdido una superficie equivalente a tres campos de fútbol cada minuto: 11.088 km2 de árboles. Esto supone un aumento en la deforestación del 9,5 % con respecto al año anterior y la cifra más alta desde 2008. A pesar de todo, el presupuesto del Gobierno de Brasil para controlar el fuego es el más bajo de los últimos 20 años. La población local, las comunidades campesinas y los pueblos originarios han sufrido las consecuencias más directas de los incendios y la deforestación, con el desplazamiento de sus territorios ancestrales, el acoso y violencia institucionalizada. Todo ello se facilitará con la entrada en vigor de Acuerdo UE-MercoSur, como nos contó Jeane Bellini.
¿Para qué toda esta soja?
La alimentación de las producciones ganaderas intensivas se basa en piensos compuestos a partir de maíz y soja, procedentes mayoritariamente de Sudamérica y Estados Unidos. Este modelo de alta productividad a bajo coste beneficia a las grandes empresas agroindustriales (productoras de semillas y agrotóxicos, importadoras, integradoras cárnicas, distribuidoras alimentarias,…), en detrimento de las pequeñas producciones sostenibles tanto de países del Sur como del Norte.
En 2018, los países europeos importaron 20 millones de toneladas de soja procedentes de la Amazonía y el Cerrado. La fabricación de piensos para ganadería industrial consume el 87% de la soja importada en la Unión Europea. Así, a pesar de que el consumo humano (directo) de soja en la UE sea escaso, consumimos grandes cantidades de este cultivo a través de productos de origen animal provenientes de la ganadería industrial. Por ejemplo, para la fabricación de piensos animales en España en 2019 se usaron más de medio millón de toneladas de habas de soja tostadas y más de 4 millones de toneladas de torta de soja.
Por otra parte, el mal llamado biodiésel fabricado a partir de cultivos agrícolas fue presentado como una “solución verde” para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el cambio climático. Sin embargo, un informe de la UE demostró en 2016 que el biodiésel de palma y soja no solo no reduce emisiones de GEI, sino que supone más emisiones que el diésel fósil, en el caso del biodiésel de soja dos veces más. En gran medida ello se debe a que estos cultivos conllevan un cambio indirecto del uso de la tierra, lo que supone tantas emisiones de CO2 a la atmósfera que han hecho que el sector del transporte aumente en un 4 % sus emisiones en la UE en lugar de disminuirlas. Sería mejor llamar agrocombustibles a estos “biocombustibles” que no son bio.
¿Cuáles son las consecuencias?
Los monocultivos de soja y cereales para la ganadería industrial y la fabricación de agrocombustibles, o los de palma aceitera, están entre los principales responsables de la deforestación y pérdida de biodiversidad a nivel mundial. La demanda europea de soja juega un papel clave en la deforestación de estos ecosistemas. De hecho, un estudio reciente de la revista Nature ha señalado que al menos el 17% de las importaciones anuales de soja brasileña de la UE están vinculadas a la tala ilegal en las regiones de la Amazonía y el Cerrado. España también es responsable de estas cifras: es el mayor importador de soja de Brasil dentro de la UE.
Además, los monocultivos de soja, en su mayoría transgénica tolerante al glifosato y otros herbicidas, han sido ampliamente denunciados por impactos a la salud y los derechos de comunidades campesinas. También se han relacionado con el creciente desarrollo de enfermedades zoonóticas y el riesgo de pandemias derivadas de estas.
¿Cómo atajar el problema?
Para combatir el cambio climático es indudable que se necesita avanzar hacia sistemas productivos agroecológicos, que aprovechen de forma sostenible los recursos locales y aseguren la soberanía alimentaria. La producción ganadera extensiva y la ecológica ligada al territorio no dependen de la importación de soja y cereales, con una importante huella climática, ni compiten por tierras aptas para la producción de alimentos, y constituyen una herramienta fundamental de mitigación y adaptación frente al cambio climático. También es preciso avanzar hacia un consumo alimentario responsable, con una reducción considerable de la ingesta media de productos animales.
Además, la agroecología es una perspectiva feminista, pues supone visibilizar y poner en valor la economía de los cuidados, donde se encuentran las actividades que reproducen la vida, incluida la alimentación. De este modo, también recupera y valora los saberes tradicionales de los territorios.
Desde el punto de vista del consumo, podemos seguir algunos consejos que nos ofrecen en la página web para reducir o expulsar definitivamente el consumo de soja, casi siempre invisible. Así, nos sugieren, en cuanto a la alimentación consumir #MenosyMejor carne, huevos, lácteos: #NoEsLoMismo la ganadería extensiva que la industrial, que necesita tanto la soja. Incrementa tu consumo de proteína vegetal (legumbres, cereales, frutos secos..). Si consumes directamente soja o derivados, apuesta por el producto ecológico.
Otro de los grandes consumidores de soja son los combustibles, por lo que confinar los coches es una de las soluciones (a este problema y otros muchos). Puedes reducir tus desplazamientos motorizados, buscar alternativas en transporte colectivo y electrificado o apostar, cuando puedas, por hacerlo a pie o en bici. Recuerda, los rostros de la soja y lo que se oculta tras la agroindustria.