Cuatro razones para pensar que el nuevo objetivo climático de la UE es insuficiente: sobran ‘trampas’ y falta tiempo, rigor científico y justicia

Fuente: INFOLIBRE

La Comisión Europea inició este miércoles el proceso legislativo para aumentar la ambición del club comunitario en cuanto a la reducción de emisiones para 2030. Los países del este presionarán para que sea más laxo y los ecologistas opinan que no está a la altura de los tiempos.

La Comisión Europea pretende que el club comunitario reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero un 55% de cara a 2030 con respecto a los niveles de 1990, superando en quince puntos porcentuales su anterior objetivo para ese año. Así lo anunció la presidenta, Ursula Von der Leyen, en su discurso de este miércoles en el Debate sobre el Estado de la UE. Tanto en la cumbre del clima de Madrid como en la presentación de su Ley del Clima, Bruselas había adelantado sus intenciones: ahora da el primer paso para que inicien el largo proceso legislativo, que necesita el ok no solo del Parlamento europeo, también de todos los países. El Gobierno español, criticado por ecologistas y oposición por la, a su juicio, poco ambiciosa meta que se ha planteado, apoya el endurecimiento de la acción climática europea. También están de acuerdo un buen número de grandes empresas, que no ven peligrar su negocio por el movimiento: más bien al contrario. Enfrente, los países más dependientes del carbón, liderados por Polonia y siempre escépticos a acometer su necesaria transformación industrial, por lo que pelearán por desdibujar el horizonte: y los activistas que, al contrario, creen que el viejo continente debería tratar al cambio climático como una crisis y escuchar el mandato de la ciencia, que llama a una mayor ambición para evitar los peores efectos, y el de la justicia climática. Los países ricos, consideran, deben hacer mucho más atendiendo a su responsabilidad histórica en el fenómeno.

«Ayer, 170 líderes empresariales e inversores, desde representantes de pymes hasta representantes de algunas de las mayores empresas del mundo, me escribieron para pedirnos que Europa fije un objetivo de al menos el 55 %. Si otros siguen nuestro ejemplo, el mundo podrá mantener el calentamiento por debajo de los 1,5 grados centígrados (…) Desde nuestra perspectiva, en todo caso, el objetivo para 2030 es ambicioso, alcanzable y beneficioso para Europa. Podemos conseguirlo. Ya hemos demostrado que podemos», aseguró este miércoles Von der Leyen. Hace unos meses, antes de la explosión de la pandemia, varios países –entre ellos, España– presionaron al Ejecutivo comunitario para que presentara las reformas necesarias para incrementar la ambición en junio, y así llegar al momento actual –septiembre– con todo aprobado. La intención era la de acudir a la reunión bilateral con el Gobierno chino, celebrada este miércoles, en una posición de mayor fuerza para intentar convencer con más argumentos al gigante asiático, el mayor emisor en términos globales, para que se pusiera las pilas con la mitigación del cambio climático. El covid-19 ha trastocado todo: la emergencia sanitaria ha aplazado todo lo aplazable. Aun así, Beijing anunció que planea establecer como meta la neutralidad climática para 2050, un paso en la buena dirección según los analistas: se negó a comprometerse en las anteriores cumbres climáticas.

El aumento de la ambición tiene que pasar por el visto bueno del Parlamento Europeo, cuya comisión de Medio Ambiente apuesta, gracias al trabajo de Los Verdes, por una reducción de emisiones del 60%. Y también tiene que contar con el aprobado de todos los ministros del ramo, reunidos en el Consejo Europeo. En este asunto, como en tantos otros, Europa aún está dividida. La mayoría tiene que vencer los recelos de un grupo de países del este, liderados por la carbonera Polonia, que plantearán duras negociaciones. Los ministros de medio ambiente de Bulgaria, Chequia, Hungría, Polonia, Rumanía y Eslovaquia exigieron en una carta a la Comisión en julio que el nuevo objetivo para 2030 sea «realista» y tenga en cuenta «los costos sociales, ambientales y económicos reales» de abandonar los combustibles fósiles. No hay negociación climática fácil. Esta tampoco lo será.

¿Es lo suficientemente ambicioso el objetivo del 55%? Evidentemente, coinciden todos los observadores, es mucho mejor que el paupérrimo 40% anteriormente planteado, extemporáneo en un 2020 que se plantea como el inicio de la década decisiva para evitar los peores efectos de un cambio climático con hechuras de presente. El Ejecutivo comunitario mantiene que la cifra representa un equilibrio entre la ambición y el «realismo», tal y como declaró este jueves la comisaria de Energía, Kadri Simson. Pero tanto los legisladores progresistas de la Eurocámara como los ecologistas y activistas climáticos recelan de que realmente se trate de un gran avance en el programa de la UE contra el calentamiento global. En primer lugar, por las trampas: la Comisión Europea propone que, por primera vez, se contabilice para ese 55% el CO2 absorbido por los bosques, por lo que, calcula Mario Rodríguez, de Greenpeace España, la reducción real se quedará entre el 50 y el 52%. «Hasta ahora eran medidas brutas, ahora habla de medidas netas. Tiene un poco de truco», aseguró, en declaraciones a Europa Press.

En segundo lugar porque, aseguran los activistas, no se trata de un objetivo acorde a la ciencia. Ecologistas en Acción, dentro de las asociaciones a nivel europeo de las que forma parte, defiende una meta del 65% de reducción de emisiones con respecto a los niveles de 1990, mayor en cinco puntos porcentuales con respecto a la que ha puesto sobre la mesa el Parlamento Europeo. «Los informes de Naciones Unidas indican que cada país debería reducir un 7% sus emisiones cada año», recuerda el responsable de Cambio Climático de la organización, Javier Andaluz: un dato incompatible con la ambición del Ejecutivo comunitario. Además, el objetivo del 40% ya estaba en vías de cumplirse, si las políticas vigentes y los planes actuales de los Estados miembros se llevan a la práctica. De hecho, calcula la Comisión Europea, se podría llegar al 45%. Por lo que no tendría sentido mantenerse en los mismos márgenes, toda vez que la Unión Europea pretende afianzarse como referente en asuntos climáticos.

En tercer lugar, aún hay tiempo, pero cada vez hay menos. Cuando se presentó la Ley del Clima, un grupo de jóvenes europeos, entre ellos Greta Thunberg, publicaron un comunicado en el que señalaron que hace falta mucha más y mejor acción climática si queremos descender esta particular curva atmosférica. Destacaron que, según los cálculos del panel de expertos de la ONU, si todos los países del mundo redujeran un 50% sus emisiones de aquí a 2030 (un escenario bastante improbable), solo tendríamos un 50% de posibilidades de limitar el calentamiento global a 1,5 grados para finales de siglo: el principal objetivo del Acuerdo de París, rubricado en 2015 y que marcó un antes y un después en la lucha contra el cambio climático.

Y en cuarto lugar, los postulados de la justicia climática, recuerda el activista de Ecologistas, defienden que los países ricos e industrializados, que han contribuido más durante décadas al fenómeno con sus emisiones, hagan un esfuerzo adicional para compensar las emisiones de los países menos desarrollados y menos culpables que están ahora avanzando y que no pueden permitirse una transición ecológica. «Aún tendríamos que hacer mucho más de una reducción del 55% para 2030 para compensar a los países en desarrollo. Porque esto es lo que dice claramente el Acuerdo de París y esto es para lo que todos se han inscrito», aseguraron los jóvenes.

Cómo le afectará a España

La legislación europea establece que todo objetivo de reducción de emisiones no solo es vinculante, sino que se traslada a los países miembros en el llamado reparto de esfuerzos. Bajo el anterior objetivo, del 40%, las metas de España tanto en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima como en la Ley de Cambio Climático, en tramitación en el Congreso, eran coherentes con lo exigido por la Unión Europea. Lo esperable es que, si se aprueba el 55% europeo, a España le toque arrimar más el hombro, pero aún es una incógnita. En todo caso, se espera que la semana que viene, una vez finalicen las comparecencias de los expertos en la comisión del Congreso, se empiecen a formular y a aceptar enmiendas de los distintos grupos parlamentarios. Y el Gobierno ya ha dejado clara su intención de escuchar propuestas que mejoren la ambición del texto.

Una ambición que, considera tanto partidos de oposición como grupos ecologistas, es muy pobre viniendo del Gobierno que más ha puesto el cambio climático en la agenda, con una Vicepresidencia propia dedicada a la Transición Ecológica y una vicepresidenta que se erigió como gran negociadora climática en la pasada COP de Madrid. Más País defenderá en el Congreso una reducción de las emisiones del 45% para 2030 con respecto a 1990. Ecologistas en Acción va más allá: propone que sea entre el 50% y el 55%. El texto de la norma climática que se debate en el Parlamento fija «al menos un 20%», inferior, incluso, al 22% que se mandó a Bruselas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.