Gigantes como EEUU, China, Rusia, India, Brasil, Arabia Saudí y Japón dinamitaron el entendimiento en la COP25. Pusieron escollos para pactar reducir las emisiones y tampoco permitieron la creación de un mercado común de carbono mientras la UE demandaba una mayor ambición.
La Cumbre del Clima más larga de la historia ha finalizado con un acuerdo de mínimos para reducir las emisiones y con un fracaso del plan que tenía como objetivo crear un mercado común de carbono. Las negociaciones fueron dinamitadas por las grandes economías mundiales, lo que desembocó en un documento final poco ambicioso que pretende servir para cumplir el Acuerdo de París que compromete a los países a evitar que la temperatura media del planeta suba este siglo por encima de 1,5 grados.
En concreto, Brasil, China e India forman parte de los países que más obstaculizaron las negociaciones demandando arrastrar los créditos generados en el protocolo de Kioto al Acuerdo de París a partir de 2020. Finalmente, el acuerdo Chile-Madrid, tiempo de actuar se cerró después de un tenso debate con Brasil, que no aceptaba inicialmente dos de los párrafos incluidos en el acuerdo sobre océanos y uso de tierras, y con Arabia Saudí.
La Alianza por la Acción Climática que lanzó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, creció en Madrid y suma ya 73 países comprometidos a aumentar su ambición climática en 2020 y a alcanzar la neutralidad en carbono en 2050. Sin embargo, a esta no se sumaron ninguno de los países más contaminantes del planeta, ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia, ni ha superado la cifra de 100 países que Chile se había propuesto alcanzar en Madrid, aunque sí se han adherido 400 ciudades de todo el mundo y casi 800 grandes empresas.
Tras las reticencias, el acuerdo solo «anima» a los países a presentar sus compromisos renovados a la alza en 2020 antes del encuentro de Glasgow y son solo 84 los estados que se han comprometido a presentar planes más drásticos contra las emisiones, entre los que tampoco se incluyen gigantes como EEUU, China, Rusia, India y Brasil.
Poca ambición
Países como China, la India y algunos países africanos y petroleros reprochan a los países desarrollados que no aporten lo suficiente a los que están en vías de desarrollo para que puedan adaptarse a los impactos negativos de la emergencia climática y así reducir las emisiones.
Además, China e India han considerado que no tienen por qué ampliar sus planes y convertirlos en más ambiciosos mientras que Estados Unidos ni siquiera ha intervenido en el debate de los futuros compromisos, ya que días antes de iniciarse la Cumbre del Clima de Madrid, EEUU formalizó su renuncia a la firma del Acuerdo de París.
Mientras, la UE y otros países como Suiza, Buthan, Colombia, Granada, Bangladesh, entre otros apostaban por una mayor ambición y por revisar al alza los planes para paliar el calentamiento global.
Fracaso en la creación de un mercado de carbono común
Para debatir esta cuestión se reunieron los máximos representantes de la UE, China, India, Australia, Brasil, Arabia Saudí y Japón. La exclusión del resto de países no sentó bien y provocó el malestar con la ministra chilena, Carolina Schmidt, por su forma de gestionar las negociaciones.
En este caso, los bandos volvían a estar claros. En un lado estaba la UE y demandando que se aplique una legislación dura y que asegure que no se permitan proyectos poco claros o con una contabilidad de las emisiones difusas. Al otro lado, estaban China, India, Australia, Brasil y EEUU, que cuentan con muchos derechos de emisión acumulados desde el Protocolo de Kioto y quieren mantenerlos cuando entre en vigor el Acuerdo de París. En este asunto, además, volvían a estar en juego importantes implicaciones económicas para los estados y las empresas.
El principal escollo de las negociaciones en este punto tenían que ver con la creación de herramientas que den sentido al Artículo 6 del Acuerdo de París y que han bloqueado constante de Australia, Estados Unidos, India y Brasil, que mantuvieron una visión muy laxa de esta herramienta de control de emisiones, frente la postura de la Unión Europea.