La defensa de los animales no se limita a cuestiones emocionales ni a que simplemente nos den pena. La lucha contra la discriminación por la especie —especismo— es una lucha por un mundo más justo, contra la opresión, la explotación y la dominación.
Muchas veces en los medios de comunicación se define como «amantes de los animales» a quienes los defienden mediante el activismo, a las personas veganas y a quienes simplemente se posicionan públicamente a favor de respetarlos. Incluso muchas de estas mismas personas se definen en este sentido y hablan de su amor hacia los animales. Y esto está muy bien, es genial que se desarrolle este sentimiento hacia los animales explotados (y los no explotados) y que la lucha por defenderlos sea apasionada.
Sin embargo el veganismo, es decir, el respeto activo a los animales en todos los ámbitos de la vida, no tiene nada que ver con amarlos. Sabemos que, por desgracia, en este mundo no es infrecuente que se discrimine, se oprima y se maltrate al ser amado en muchos ámbitos diferentes.
Hay personas taurinas y cazadoras que afirman amar a sus víctimas. Y personas que aman a los animales con quienes conviven en sus casas y sin embargo visitan zoológicos, utilizan pieles y consumen carne. Veganismo es respetar a los animales y no usarlos en beneficio propio o de otros seres humanos. Es no torturarlos, no encerrarlos, no asesinarlos… No quiero decir con esto que tenga algo de malo sentirse o definirse como amante de los animales, nada mejor que el amor para darlo todo por ellos y luchar contra su opresión. Pero no es necesario amar a los animales para defenderlos ni para decidir no participar en su explotación.
La defensa de los animales no proviene necesariamente de sentir amor hacia ellos, sino de un deseo de justicia. Matar a quien quiere vivir es injusto, causar dolor a quien es capaz de sufrir es injusto, encerrar a quien quiere ser libre es injusto. Todas las personas que se consideran justas deberían respetar a los animales, no solo aquellas que experimentan sentimientos relacionados con el amor o el aprecio. El animal más desagradable, antipático y hostil también merece respeto y justicia.
La defensa de los animales no se limita a cuestiones emocionales ni a que simplemente nos den pena. La lucha contra la discriminación por la especie —especismo— es una lucha por un mundo más justo, contra la opresión, la explotación y la dominación.